Con más de 2000 años de historia y habiendo acogido a diversas civilizaciones a lo largo de su vida, Córdoba tiene un sinfín de relatos para contar. Algunas de ellos reales… otros no tanto. ¿Quieres conocer las leyendas más famosas que esta ciudad andaluza aguarda entre sus murallas? Pues sigue leyendo y descúbrelas.
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Remodelada hoy en día como un centro educativo de la Universidad de Córdoba, este histórico edificio ha ido teniendo distintas funciones a lo largo de la historia. Entre estas destacamos el de ser un hospital de enfermos terminales durante casi tres siglos, hecho que ha ido moviéndose de boca en boca hasta terminar germinando en la creencia de que es un edificio lleno de fantasmas.
Algunos estudiantes relatan que durante sus clases las sillas se mueven o las puertas de los baños se cierran solas, y los guardias de seguridad nocturnos aseguran sentir presencias durante sus rondas y haber visto personas con batines de hospital por los pasillos (actualmente existen cámaras de seguridad, de las que sería curioso revisar algunas imágenes). Es tal la convicción, que en una ocasión un programa de televisión realizó un reportaje de esto y varias empresas especializadas en turismo oscuro han incluido a la facultad entre las paradas de sus visitas guiadas.
Córdoba está llena de rincones llenos de magia. Entre ellos se dice que junto a la Calle Torrijos, en una esquina del exterior de la Mezquita-Catedral, se encuentra una piedra en forma de estrella fosilizada en la pared, de la que se ha ido diciendo que si la tocas se cumplirá el deseo que pidas. Según comentan algunos expertos, la pieza podría tratarse del caparazón fosilizado de un erizo marino, pero lo que lo hace especial es la leyenda mágica que se le ha atribuido.
Y aunque sea por la gracia de buscarlo (como a la famosa rana de la Catedral de Salamanca), ya merece la pena hacerlo, pues es un fósil muy extraño, único en Andalucía, por lo que no puedes ir a Córdoba sin buscarlo.
El procedimiento que debes seguir es sencillo, debes acariciarla con la yema de los dedos y pedir tu deseo. Algunas leyendas cuentan que puedes pedir hasta tres deseos, y que el azar sorteará cuál de ellos se cumple, pero cuidado, no pidas nada que tenga que ver con la riqueza, pues no se cumplirá.
Córdoba es una ciudad llena de historias de amor, y esta es tan curiosa que ha ido pasando de boca a boca hasta convertirse en una de las más conocidas. Cuenta la leyenda un chico que vivía a solas con su madre (ella acababa de enviudar), ellos contaban con pocos recursos y el dinero que podían lo ahorraban a buen recaudo. Un día el muchacho conoció a una mujer y se enamoró de ella, tanto que, tras una fuerte discusión con su madre, decidió quitarle el dinero ahorrado a esta para poder huir con su amada. La madre al enterarse pidió venganza hacia su hijo y este, que se encontraba refugiado junto a su enamorada en un lugar cerca de la Puerta del Colodro, sufrió las consecuencias y una pared se derrumbó sobre ellos.
Al día siguiente de la tragedia, el dueño del lugar los encontró y avisó a todo el vecindario, incluida a la madre del chico. Todos quedaron muy asombrados por lo que estaban viendo, pues la postura en la que habían quedado los cuerpos demostraba el amor que había entre ellos. Esta historia fue tan trascendental en la época que incluso llegó a ser contada por algunos predicadores.
Situada en el Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral nos encontramos con esta fuente, que según el dicho popular, recoge agua con propiedades mágicas. En el patio hay varias fuentes, y concretamente esta es la mayor de todas, se encuentra situada al pie de la torre y destaca porque en uno de sus caños (denominado el Caño del Olivo) se localiza un árbol centenario que ha sido fuente de inspiración para la creación de algunas historias y coplillas populares.
La leyenda cuenta que las mujeres solteras que beban de esta “celestina” fuente (concretamente del caño del olivo) encontrarán alguien con quien contraer matrimonio. De esta forma, muchas mujeres con deseo de casarse han pasado por ella para beber y así conseguir su objetivo. ¿Lo habrán conseguido? ¿Será real esta leyenda o quien lo haya logrado será por el fruto de la casualidad? Quién sabe… tendrás que atreverte a probar.
Una de las leyendas más conocidas con origen en la Mezquita-Catedral es la del cautivo, que cuenta que un joven cristiano que trabajaba de hortelano se enamoró de una chica árabe que frecuentaba la tienda del chico. Tras varias visitas, él le pidió matrimonio y ella aceptó, pero no podían hacerlo si ella no se convertía a la religión cristiana.
Ella aceptó el cambio de religión y al llegar el día en que se iba a realizar el bautismo, unos soldados árabes acabaron con la vida de la muchacha y capturaron al hortelano, dejándolo amarrado a una de las columnas del interior del monumento. Durante su cautiverio, para no perder la fe, el joven grabó con las uñas una cruz sobre la piedra de la columna.
Actualmente la búsqueda de esta cruz entre las columnas es uno de los curiosos pasatiempos que podrás realizar si visitas la Mezquita-Catedral de Córdoba.
La leyenda cuenta que un matrimonio formado por los llamados Gonzalo Gústioz y Doña Sancha tenían siete hijos, los infantes de Lara. Durante el enlace matrimonial del hermano de Doña Sancha, hubo una reyerta entre los familiares de la novia y los propios infantes durante la que falleció un primo de la madre de estos a manos del menor de los hermanos, Gonzalillo.
Pasado un tiempo, Gonzalillo fue visto por su madre tomando un baño, hecho que ella tomó como una ofensa debido a que él se encontraba en paños menores. Aprovechando el momento decidió vengar la muerte de su primo y le ordenó al criado que le lanzase a Gonzalo un pepinillo relleno de sangre. A consecuencia de esto, el chico acabó con la vida del criado.
Este acontecimiento provocó que Doña Sancha se enfureciera aún más con su hijo y entre ella y su marido planearon que Gonzalillo viajara a Córdoba para entregarle una carta escrita en árabe al primer ministro del Califa, Almanzor. En la carta se le rogaba que el portador de esta fuese asesinado, sin embargo, Almanzor no hizo caso al escrito y tan solo mantuvo al joven retenido en la Casa de Las Cabezas.
Mientras esto ocurría, los otros hermanos habían caído en una emboscada del ejercito musulmán en la que finalmente fueron asesinados. En esta batalla los infantes fueron decapitados y sus cabezas fueron enviadas a Córdoba por orden del tío de estos. Al llegar al destino fueron colgadas en los arcos de la calleja junto a la Casa de las Cabezas.
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